¡Aunque la comida dañada es algo que los adultos generalmente evitan, puede ser un interesante que los niños observen este fenómeno! Para hacerlo, consiga cuatro trozos de pan. Ponga dos de ellos en una bolsa; deje los otros dos en un plato, sin cubrir. Cada uno o dos días examine el pan, usando tanto sus ojos como su nariz. Hablen de lo que le está pasando al pan.
Intente lo mismo con trozos de distintas frutas y vegetales, como manzanas, duraznos y pimientos. Cada uno o dos días examínelos para ver los cambios en su forma, tamaño y color.
Para ampliar esta actividad, trate de hacer su propio abono. Ponga una capa de tierra con unos cuantos centímetros de grosor en el fondo de una caja de cartón. Tras comer la parte comestible de varios vegetales y frutas, ayude a su niño a cortar lo que queda en piezas pequeñas. Póngalas en la tierra y mezcle bien. ¡Para una verdadera diversión, desentierre algunas lombrices y póngalas en su mini montón de abono! Mantenga la caja en un lugar cálido y rocíelo con agua ocasionalmente. (Si no agrega carne, lácteos o azúcar a la mezcla, no tendrá problemas de olores o animales indeseados) Por unas semanas observe lo que pasa a los pequeños trozos de comida. Cuando ya no vea la comida, puede usar esta tierra rica en nutrientes como fertilizante para sus plantas.